Evocativo tanguero: a 45 años de la muerte de Pichuco

El 18 de mayo de 1975, muere en Buenos Aires el bandoneonista y compositor popular Aníbal Troilo. Autor de la música de tangos como “Sur”, “Barrio de tango”, “Garúa”, entre otras grandes obras. El apodado “Pichuco” sintetizó en su estilo de ejecución los de Ciriaco Ortiz, Pedro Maffia y Pedro Laurenz, hasta ser calificado como el “bandoneón mayor de Buenos Aires”. Nació en la Capital Federal, en el Barrio del Abasto, el 11 de julio de 1914.

Fue uno de esos contados artistas que nos hacen preguntar qué misterio, qué magia produjo semejante comunión con el público. Como ejecutante del bandoneón no fue un estilista como Pedro Maffia, ni un virtuoso como Carlos Marcucci, ni un creador múltiple como Pedro Laurenz, ni un fraseador como Ciriaco Ortiz.
Pero de todos tuvo algo y fue, fundamentalmente, él mismo, personalidad y sentimiento en la expresión. Como director de orquesta cultivó un estilo netamente tanguero, equilibrado, sin efectismos y de buen gusto. Supo rodearse de los mejores ejecutantes de acuerdo a sus ideas musicales; eligió buenos cantores, que a su lado invariablemente dieron lo mejor de sí, a punto tal que una vez alejados de su orquesta, a lo sumo parcialmente y por poco tiempo rindieron al mismo nivel. Supo además elegir el repertorio sin doblegarse ante las imposiciones de las empresas grabadoras. Finalmente, fue un inspirado compositor, creador de temas que perdurarán, lo mismo que sus versiones de obras ajenas, transformadas en clásicos a través del tiempo.

Han dicho que tenía algo de Pedro Maffia, pero si alguien ha influido más claramente en su forma de tocar, en la de hacer conversar al bandoneón, en la capacidad de conmover estirando las notas en sus fraseos, ése ha sido Ciriaco Ortíz. Tocaba ligeramente inclinado hacia adelante, los ojos cerrados, la papada colgando. Pasado el tiempo, comentó: «Se dice que yo me emociono demasiado a menudo y que lloro. Sí, es cierto. Pero nunca lo hago por cosas sin importancia».


El bandoneón lo atrapó cuando lo escuchó sonar en cafés de su barrio. Tenía 10 años cuando convenció a la madre de que le comprara uno. Lo obtuvieron a 140 pesos de entonces, a pagar en 14 cuotas, pero luego de la cuarta el comerciante murió y nunca nadie les reclamó el resto. Con ese instrumento tocó casi toda su vida. Su primer contacto con el público fue a los 11 años, en un escenario próximo al Abasto, bullicioso mercado frutihortícola convertido hoy en un shopping center. Luego integró una orquesta de señoritas, y a los 14 años ya tuvo la ocurrencia de formar un quinteto. En diciembre de 1930 integró el renombrado sexteto conducido por el violinista Elvino Vardaro y el pianista Osvaldo Pugliese, donde Pichuco tuvo de ladero por primera vez a Ciriaco Ortíz. El segundo violín del conjunto era Alfredo Gobbi, luego célebre director de orquesta. De ese mítico sexteto no quedó ningún registro discográfico.

En 1931 realizó Troilo una breve incursión en la orquesta de Juan Maglio (Pacho). Al promediar ese año se reencontró con Ortiz en la orquesta Los Provincianos, una de las varias creadas por el sello Victor, fundamentalmente para grabaciones. Más tarde se integró a una orquesta gigante formada por el violinista Julio De Caro para presentarse en un concurso en el Luna Park (estadio cerrado para boxeo y espectáculos diversos). Pasó luego brevemente por las orquestas de Juan D’Arienzo. Ángel D’Agostino, Luis Petrucelli por la Orquesta Típica Víctor, dirigida en ese momento por otro bandoneonista de nombradía, Federico Scorticatti.

Troilo formó parte del Cuarteto del 900, con el acordeonista Feliciano Brunelli, Elvino Vardaro y el flautista Enrique Bour. Luego se suma a la orquesta gigante del pianista Juan Carlos Cobián para los carnavales de 1937, su última parada antes de lanzarse con su propia orquesta. El hecho ocurrió el 1 de julio de ese año en la boite Marabú, donde un letrero anunciaba: «Hoy debut: Aníbal Troilo y su orquesta». Y otro proclamaba: «Todo el mundo al Marabú / la boite de más alto rango / donde Pichuco y su orquesta / harán bailar buenos tangos».

Ese mismo año conoce a Ida Calachi, muchacha de origen griego empleada en un local nocturno. Se casa con ella al año siguiente, cuando también llega por primera vez al disco. Esto ocurrió en el sello Odeón el 7 de marzo de 1938 con los tangos “Comme il faut”, de Eduardo Arolas”, de Agustín Bardi. Sin embargo, por conflictos con la empresa no registró ninguna otra placa, hasta que en 1941 volvió a grabar para Victor. Lo hizo el día 4 de marzo de aquel año con su cantor emblemático, Francisco Fiorentino, popularmente conocido como Fiore. La orquesta de Troilo grabó hasta el 24 de junio de 1971, día en que dejó registrada la última de sus 449 versiones. A éstas hay que agregar las inolvidables realizaciones plasmadas por Pichuco junto al guitarrista Roberto Grela, con la colaboración de Edmundo Zaldívar en guitarrón y Enrique Kicho Díaz en contrabajo. Este admirable cuarteto grabó doce temas a lo largo del período junio 1955 – septiembre 1956. En 1962 volvieron a reunirse para llevar al disco diez temas más, aunque esa vez junto a Troilo-Grela estaban Roberto Láinez en guitarra, Ernesto Báez en guitarrón y Eugenio Pro en contrabajo.

En 1968, formó el Cuarteto Aníbal Troilo para grabar en Victor 11 tangos y una milonga. Lo acompañaban Ubaldo de Lío (guitarra), Rafael del Bagno (contrabajo) y Osvaldo Berlingieri (piano). Habría que sumar dos dúos de bandoneón con Astor Piazzolla en 1970, cuando registraron “El Motivo (Pobre paica)”, de Cobián, y “Volver”, de Carlos Gardel. Se arriba así a un total de 485 grabaciones editadas, aunque se supone que existen varias otras que no llegaron al público.


Cantores de gran relieve en la historia del tango pasaron por su orquesta, como Francisco FiorentinoAlberto MarinoFloreal RuizEdmundo RiveroJorge CasalRaúl BerónRoberto RufinoÁngel Cárdenas y Roberto Goyeneche. Sus pianistas se convirtieron sistemáticamente en directores de orquesta: así ocurrió con Orlando GoñiJosé BassoCarlos FigariOsvaldo ManziOsvaldo Berlingieri y José Colángelo.

Como compositor, Troilo creó un extenso número de obras fundamentales. Algunos de sus títulos más notables son “Toda mi vida”, “Barrio de tango”, “Pa’ que bailen los muchachos”, “Garúa”, “María”, “Sur”, “Romance de barrio”, “Che bandoneón”, “Discepolín”, “Responso”, “Patio mío”, “Una canción”, “La cantina”, “Desencuentro” y “La última curda”.

Fue un personaje mítico de Buenos Aires, a quien, como describió el poeta, Adrián Desiderato: «Fue un 18 de ese día al bandoneón, se le cayó Pichuco de las manos».

Fuente: Semblanza escrita por Néstor Pinsón pata Todo Tango

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Comunicate en vivo con nosotros!